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Observatorio

Una conversa sobre la ciudad y la vida nocturna

la noche hacia la que vamos
Jael Palacios, el profesor Arnausen, Mariveni Rodríguez y José Luis “Cheo” Pardo nos acompañaron a conversar acerca de las alternativas que se han planteado para continuar con sus proyectos durante el confinamiento y cómo incorporar a esta experiencia el disfrute de la noche como evento colectivo.
Palacios mantiene la sonrisa durante toda su intervención en la charla “De la noche que venimos y la noche hacia la que vamos”. A veces ladea un poco el rostro y entre el cabello castaño se ven los reflejos fucsia de sus zarcillos. Está en medio de una anécdota acerca de Cumbe Tours, la ruta turística que da a conocer la historia local, gastronómica y musical de la parroquia San Agustín de Caracas. Cuenta que una de las preguntas frecuentes de los interesados en el recorrido es saber a qué hora termina el evento. El cierre suele ser a las ocho de la noche y entonces la seguridad para asistir se tambalea ligeramente. La noche en Caracas es un nudo instantáneo en el pecho.

Sin embargo, para los que se atreven a seguir a Cumbe Tours, el ánimo se transforma después de compartir con los vecinos de la comunidad: “A veces tenemos que llevar la parranda de regreso al autobús en el Teresa Carreño. Hay gente que pide que los acompañen de regreso al barrio y luego se van a las dos o tres de la mañana”, dice Jael.

El último recorrido físico de la organización fue en Carnavales. La cuarentena decretada en marzo debido a la pandemia por el nuevo coronavirus los llevó a dar el salto hacia las plataformas digitales como una manera de mantener los talleres, festividades y encuentros relacionados con la parroquia: “Vamos a producir festivales de danza y de arte en proyecciones de noche en las platabandas de las casas que se transmitirán por plataformas digitales. Nos hemos ido ajustando al uso de estas plataformas. Es un reto mayor: el hecho de poder usar esos espacios nos da una idea de proyección internacional así que el compromiso aumenta”.

El próximo 11 de julio tienen planificado el “reencuentro Cumbe Tours”. Un evento que incorpora varias muestras artísticas como conciertos y representaciones teatrales. Con respecto a esto último, en San Agustín también velan por las actividades de los niños en el Teatro Alameda, donde más de 150 niños asisten a clases de danza y canto. En este punto el semblante de Jael sí muestra preocupación: no todos los niños y niñas en el barrio tienen acceso a internet, por lo que es preciso estructurar nuevas metodologías que no generen exclusión. 

La noche, por otro lado, supone un escenario pertinente para convertir al barrio en un gran amplificador de mensajes y redes vecinales.

Intermedio patafísico

El recuadro de Jael en Zoom es sustituido por el encuadre de una habitación distinta: se ve una máquina de coser al fondo a la izquierda y una columna con dibujos en el medio. En primer plano está Arnoldo Maal, actor que trabaja en artes escénicas y circenses. Su personaje, el profesor Arnausen, está listo para hacer que los espectadores duden hasta de la suela de sus zapatos.

Casi todo profesor tiene su escuela y la de Arnausen es la Escuela Patafísica del Caribe, donde se “estudian” las soluciones imaginarias y las leyes que regulan las excepciones. El profesor afirma que pronto saldrá al mercado una enciclopedia de las teorías de la conspiración mientras se sirve una bebida energética que solo él puede ver en un frasco de mayonesa vacío. El recipiente con el líquido es la base recortada de una botella de plástico, pero su contenido no se derrama pese a su envase poco ortodoxo: beneficios de la patafísica.

El profesor asegura que hará un acto de magia y habla sobre la práctica del epicureismo: “la vida feliz mediante la inteligencia de los placeres devotos de la noche”.

 ¿Cómo alcanzar esos placeres? ¿Cómo ser más “epicureístas” en medio del confinamiento?

La taberna Angosta en la calle de los Mancebos

Mariveni Rodríguez tiene cinco años en Madrid. Saluda a la cámara justo después de que el profesor Arnausen culmina su performance y destapa una carterita espirituosa: “La carterita es la mejor acompañante de la noche”, comenta. Y bebe a la salud de los presentes. Es la 1:36 de la madrugada en Madrid y Mariveni lanza una sentencia: “Para mí Venezuela es un país que está confinado desde hace 20 años, vive un confinamiento antes de la pandemia del COVID-19. Pero es un país que nunca muere, ni nunca morirá. Por lo tanto, la noche tampoco morirá”.

A Mariveni el shock de la pandemia no la paralizó, volvió a fundir su vínculo con la noche desde la taberna Angosta, el bar que levantó en la calle de los Mancebos, en el centro medieval de Madrid. Acá en Caracas había organizado “beberías” y “noches de luna llena” para motivar a que la gente siguiera en movimiento. “Aquí hay una actitud: no dejar que las cosas mueran por sí solas, para ello hay que tener iniciativas”, dice.

Y, al pensar proyectos a futuro sobre la noche, fuera del confinamiento, agrega: “cuando volvamos lo que está en juego es la fluidez de las empresas y de los ciudadanos. Abrir una web, conectar con los medios de comunicación, plantarle cara a la pandemia, preguntarse por los hábitos del consumidor, seguir los protocolos. Les animo a ser activistas y no dejar morir la noche”.

“La gente está diciendo que hay que convivir con el virus”

Una de las primeras afirmaciones de José Luis “Cheo” Pardo al compartir su pantalla en Zoom es que él forma parte de una generación que “estuvo bien con la idea de ser venezolano”. Las comparaciones con las culturas foráneas no le quitaron el sueño. Sus mejores recuerdos involucran rumbas en un apartamento, porque los espacios de la casa se vuelven piezas importantes para disparar la memoria: el baño, la cocina, los sillones de la sala, las vibraciones del equipo de sonido. 

Para Cheo, exguitarrista de Los Amigos Invisibles, el entorno más cómodo es uno donde haya personas. Recrear ese ambiente de las fiestas de apartamento fue lo que lo impulsó a hacer sus transmisiones en vivo por IG, llamadas “Todos a Casa e’ Cheo”. Su función es presentar una selección musical, a veces guiada por una temática, que ayude a los usuarios a distraerse a través de la música. La mayoría de sus oyentes son venezolanos migrantes que se dejan contagiar por una atmósfera que remite a la noche y al sabor local.

“Personas en un apartamento, poner una canción detrás de otra y que la gente viaje… Es la primera vez en muchísimo tiempo que tantos venezolanos se juntan para tripear, se juntan para rumbear. ¡Y es gratis! Tengo gente que se conecta desde San Juan de Los Morros. La gente está diciendo que hay que convivir con el virus”.

Todo lo anterior es apenas un bocado de lo que fue este intercambio de experiencias bajo la moderación de Ignacio Cardona. La invitación es a insistir en alternativas que lleven a los ciudadanos a no descuidar los vínculos externos: la noche ocurre afuera y siempre tiene posibilidades. Incluso en medio de una pandemia.

A continuación, puedes ver el video completo de la charla en:

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