Interacciones Hilo Andante #30 (1/07/2021)

Bajo sol, bajo sombra

Comenzando el #HiloAndante #30.

[el archivo de audio lamentablemente se corta; decía que luego de varias semanas insistiendo con el monitoreo del arbolado urbano, talas “alegres” y podas severas que suelen derivan en la desaparición de los árboles, comienzo un recorrido breve para ver lo que ocurre bajo la sombra o bajo su ausencia].

 

 

 

Desde aquí hasta La Carlota.

Yo acá, encandilado —como un pendejo bajo el sol inclemente—, mientras la gente descansa plácidamente bajo la sombra de unos pilones en la plaza (Altamira Sur).

La sombra es aliada fundamental de quienes esperan. La ciudad no es sólo para desplazarse, sino -sobre todo- para estar, para detenernos y encontrarnos.

Cuando tenemos aceras amplias existe la posibilidad de tener una franja “blanda”, que colinda con la calzada, que es donde aparecen los árboles que dan sombra a la calle (sobre todo a la acera). Mejor si no está cubierta de concreto o ladrillos, para que el agua de la lluvia percole.

 

Por cierto: sería genial para toda la ciudad si sus jardines no se ocultaran tras muros, sino que —al menos— pudieran disfrutarse con la mirada y la sensación del “cuerpo a cuerpo”.

Apunten, gente de La Estancia: hay que juntar el verde de adentro con el de afuera.

La sombra debería ser como un vaso de agua: no se le debería negar a nadie.

Detrás de reja y muro hay estacionada mucha chatarra sobre ruedas. ¿Y si se convirtiera en jardín ese estacionamiento, no sería mejor para los estudiantes de la UNEXPA y para los que andamos por fuera?

Mahatma, Rigoberta, Nelson, Alí, Simón, Argelia… ¡llevando sol parejo!

 

[es la ausencia; mientras]

Creo en la arquitectura que no se impone, que no arrasa.

El inmenso mijao (Anacardium excelsum) dentro del edificio Mene Grande (1966, arquitecto Rafael José Larraín Basalo) es una muestra elocuente de esa posibilidad.

El volumen agregado delante se construyó 33 años después (1989, arquitecto Julio Volante), y respetó el árbol.

 

Por favor, me deja en la sombra… perdón, en la parada”.

 

¿Y si acá no hubiese sombra, qué?

[Breve pausa lluviosa que aprovecho para una cuña publicitaria:

este sábado 3 es la 2da Conversación desde el jardíncon el ingeniero agrónomo Eduardo Cudisevich—, para hablar de los cuidados que requiere el arbolado urbano,

para procurar que no ocurran cosas como esta].

Algoqver: el peladero y el muro al lado del parque del Este va siendo ya una gris costumbre.

 

Sería genial poder caminar por dentro. Jugar a entrar y salir del parque en nuestro recorrido.

Inevitable recordar que esta isla estuvo llena de árboles antes de que Haiman El Troudi —entonces ministro de Transporte Terrestre y Obras Públicas—, sumara este innecesario esperpento de concreto que desintegra el paisaje urbano.

[en esta entrevista, la ingeniero vial, Celia Herrera, menciona que este sería el primero de los elevados que desmontaría]

 

Clemencia para los que andan.

 

Esta “sombra” de concreto sustituyó la presencia de una hilera de frondosos árboles.

 

La entrada a un templo verde: el vivero al final del parque del Este.

Dentro del marco, un claro antagonismo caraqueño: vialidad+automóviles vs arbolado urbano.

 

La arquitectura como multiplicadora de radiaciones solares y calor.

 

Los que esperan al sol (primer plano), los que esperan a la sombra (al fondo).

 

Bajo esta sombra generosa —en el paseo peatonal de la avenida Principal de La Carlota—concluye este #HiloAndante #30.