Observatorio
Des-facha-tados, la expulsión del espacio público es inadmisible

Observamos la noche porque nos interesa que se active, que esté cada vez más viva. Observamos y actuamos, observamos y proponemos. Pero también observamos y alertamos sobre situaciones que nos parecen irregulares. La expulsión del espacio público es inadmisible. Es el caso de esta nota.
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El viernes pasado, 15 de enero, realizamos la quinta sesión de observación de esta cuarta fase de nuestro Observatorio de la Noche. Observamos entre 6:30 y 8:00 pm los flujos de personas –hombres y mujeres– que pasan por nueve plazas de Caracas, para conocer cuán activos están los espacios públicos en la noche caraqueña. Junto a estas mediciones también observamos cuatro aspectos asociados a la vitalidad nocturna: la actividad comercial, la iluminación, la movilidad –en transporte de superficie y bicicleta– y la vigilancia policial. Este último aspecto es el que motiva esta nota con carácter de alerta.
Anoche me tocó realizar la observación en la plaza Brión de Chacaíto. Estaban encendidas casi la totalidad de luminarias instaladas (39 de 40 registradas), pero para ser un nodo urbano tan importante estuvo poco concurrida. En hora y media de observación apenas pasaron 2.302 personas a través de dos “portales” (uno para contar a quienes entran desde Sabana Grande y otro a quienes llegan de Chacao y Las Mercedes). Esto equivale, en promedio, a 13 personas por portal por minuto. Viéndolo en detalle: poco más de la mitad de las personas (1.161) pasaron durante la primera media hora (20 por minuto por portal), y apenas 419 en la última media hora (7 personas por minuto por portal).
Muchas razones esgrime la gente para no andar de noche en la calle: los problemas de transporte, la bajísima capacidad adquisitiva, la merma de la actividad laboral, el Covid-19. Y, por supuesto, “la inseguridad”, que no siempre disminuye con la presencia policial, porque a veces es más lo que intimida que lo que protege. Pero esa es otra discusión, vayamos al grano.
Aproximadamente a las 7:20 pm comenzaron a irrumpir parejas de policías municipales en motos. El verbo irrumpir no es gratuito: para ser una plaza, concebida para estar y desplazarse a pie, entraban con exceso de velocidad y agresividad. Algunos daban la vuelta y se retiraban para al poco tiempo ingresar de nuevo, con la misma actitud. En nuestra observación está previsto contar, entre 7:30 y 8:00 pm, la cantidad de policías que vemos. Yo conté, aproximadamente a las 7:40 pm, a 32 de Poli Chacao formados en tres filas delante del módulo permanente ubicado frente al Centro Comercial Chacaíto. Estaban recibiendo instrucciones de un oficial, y una vez que este terminó, tomaron sus motos y salieron de la plaza con el mismo ímpetu, rumbo hacia la avenida Francisco de Miranda. Apenas el enjambre abandonó el lugar, aparecieron dos policías de a pie que entraron y se instalaron dentro del módulo.

Vista de la plaza Brión a las 7:55 pm
Una vez que las observadoras y observadores (27 en total) terminaron la sesión en sus respectivas plazas y llegaron a sus casas, compartimos como siempre los comentarios del trabajo de campo. Llamó la atención que en varios casos hubo una actividad policial intensa, como en la redoma de Petare. Pero, sobre todo, encendimos las alarmas ante los comentarios de quienes observaron la plaza de Los Palos Grandes. Mencionaban la actuación de dos policías, una mujer y un hombre, alrededor de las 6:20 pm. La descripción de una de nuestras observadoras es bastante ilustrativa: “Estaban rondando, correteando a familias indigentes que andaban en la plaza y alrededores. Uno de ellos entró a la plaza con la moto y correteaba a quien le daba la gana, como si estuviera arreando ganado. Todo esto con la plaza full de niñ*s jugando y con la vista gorda o la venia de los ‘guardianes’ del espacio público”.
Indagando con conocidos en la zona descubrimos que esto de correr gente del municipio Chacao no es un asunto discrecional de los funcionarios policiales, sino política municipal. Está asociada a peticiones de vecinos que se sienten afectados por la presencia de personas que deambulan por sus calles, pidiendo dinero o comida, resolviendo sus necesidades fisiológicas a escondidas en las esquinas, o buscando dormir en jardines y entradas de edificios. Un problema complejo que amerita, en vez de represión, políticas de acompañamiento, protección y coordinación con entes en otra escala.
Corroboramos lo dicho con una publicación reciente en la cuenta de Justicia Municipal Chacao de Instagram (@justiciachacao), del 13/01/2021, firmada por Danny González, concejal (s) y Director de Justicia:
“Cumpliendo instrucciones del ciudadano Alcalde Gustavo Duque, se realiza recorrido en conjunto con la policía municipal, por cada sector del municipio Chacao, se verifican y retiran a las personas que no justificaban su presencia en las calles, siendo las 04:00 am, el municipio se encuentra sin reportes de incidentes, seguimos trabajando por el Orden y Seguridad del Municipio Chacao”.

Posteada en Instagram por Justicia Chacao
La calle es libre
Como titula aquel libro icónico de Ediciones Ekaré. Nadie puede exigir justificación de nuestra presencia en ella. Ni a las 4:00 de la madrugada ni a las 6:20 de la tarde. Estar presente en la calle no es ningún delito. Llamamos la atención sobre este tipo de políticas no solo por represivas, sino porque violan el derecho ciudadano y universal a la libre circulación. La plaza de Los Palos Grandes, así como cualquier otra plaza, no es de uso exclusivo de sus vecinos, porque se trata de un espacio público de libre acceso para los ciudadanos. La gente no pierde sus derechos por ser pobre o estar en situación de calle. Al menos no teóricamente, porque está claro que en la práctica sí, porque hay quienes alientan el arrebato para sentirse más tranquilos, menos “vulnerables” (curioso que para no sentirse vulnerables se requiera vulnerar los derechos de otros). La expulsión del espacio público es inadmisible, más aún de la manera como lo hicieron: como si persiguieran ganado, con motos en una plaza donde juegan niños. Una respuesta antidemocrática, una forma de autoritarismo perfectamente asociable en su espíritu a esa otra –de escala más amplia y terrorífica–, de políticas de “mano dura” y ejecuciones extrajudiciales.
Puede que algunos vecinos se sientan más “seguros” y confortables con estas acciones, absolutamente reprochables. ¿Una actitud facha? Sí, lamentablemente.
Por José Carvajal
15/01/2021
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